Mi casa de pueblo a punto para el verano

Enviado por Interdigital el Jue, 14/06/2018 - 02:49
Tener una segunda residencia alejada de la gran ciudad es todo un lujo. Una casita de piedra en un pueblo de montaña es algo encantador, pero también lo es una casita en una finca campestre. Por eso vamos a ver una serie de ambientes de tipo rústico para nuestro lugar de retiro. Cambiar de aires durante alguna temporada es algo muy necesario para nuestra salud mental, dejar los ruidos, molestias y prisas de la gran ciudad, aunque sea solo por unos días, es algo muy beneficioso para nuestro bienestar. El irse a un sitio rural es de gran ayuda y si la decoración de nuestra casita de campo está en esa línea será todavía mejor. ¿Por qué? Pues porque cuanto más alejado sea el estilo decorativo y el ambiente de lo que tenemos en nuestro día a día cotidiano, más se podrá descansar y desconectar en este sitio y se convertirá de verdad en un lugar de retiro, de descanso y en un emplazamiento para unas vacaciones de ensueño.

Hacer un entorno cálido

Vamos a ver qué se puede hacer en el salón. Es importante que crear un marco para que el entorno sea cálido y agradable; es decir, hacer de él, un lugar donde te apetezca acurrucarte a leer o a disfrutar de la chimenea. Para ello es importante que potencies lo que ya hay en la estructura de la casa. Por ejemplo, si las vigas son de madera o metal puedes aprovecharlas restaurándolas con una mano de pintura y lija y dejándolas a la vista. La piedra cara vista dará frescor en verano, así que es bueno que dejes algún lienzo en la pared en la que se vea, pero no demasiado para no dar sensación de cueva.

Dormir a pierna suelta

Una habitación rústica resulta muy acogedora. Podemos restaurar una cama antigua de hierro dándole una pintura que resulte más alegre y moderna. Un toque ácido queda muy bien, porque le da alegría, por ejemplo un verde pistacho o manzana. Si lo que quieres es elegancia, el negro y dorado nunca falla. Por otro lado, añade algún elemento que le dé un aire antiguo como un lavabo de esos de madera tradicionales, que son una palangana y un espejo, montado sobre una estructura de listones de madera. Si conservas alguna pieza de herencia de ajuar, como toallas antiguas bordadas, puedes colocarlas. Las telas son fundamentales para dar personalidad, así que da un toque con cojines, alfombras y cortinas.