La luminosidad es uno de los factores que más valoramos a la hora de comprar o alquilar, en definitiva, a la hora de vivir en una casa. La luz nos da literalmente la vida, aparte de tener un importante efecto sobre nuestro ánimo y nuestra calidad de vida. Es lógico que queramos aprovecharla al máximo posible.
En los espacios exteriores de nuestra vivienda es relativamente sencillo aprovechar la luz natural, haya más o menos. La cosa se complica en las habitaciones interiores, sobre todo si nuestra casa tiende a ser oscura. Para esos casos, Dios y la tecnología ingenieril puso a nuestro alcance los
ladrillos de vidrio. Hay otras ideas y soluciones posibles, pero hoy exploraremos esta.
Los ladrillos o bloques de vidrio
fueron inventados, al parecer, hacia 1890, con el objetivo de iluminar de forma barata y segura las fábricas de entonces. Su fuerte estructura ofrece la posibilidad de crear “paredes transparentes” de buen tamaño, sin afectar la estabilidad de las estructuras. Otra de sus evidentes ventajas es la intimidad que ofrece, pues deja pasar la luz pero no ver a su través.
Permiten el paso de la luz pero no de la imagen, y sin debilitar la estructura
Mucho ha llovido desde entonces, y estos bloques translúcidos de vidrio fundido se han ganado por su practicidad un lugar de honor en oficinas, edificios deportivos, y cómo no, viviendas. Hoy, por supuesto, podemos encontrarlos en una amplia variedad de tamaños, formas, colores y texturas para explorar nuestra creatividad. Incluso pueden albergar sorprendentes materiales en su interior que les dan un plus de originalidad.
Evidentemente, la instalación de los bloques de vidrio requiere algo de obra, por lo que antes de ponernos a darle con el mazo, conviene asegurarnos de que no vamos a sustituir ninguna pared maestra ni elemento estructural de carga. Eso no se toca. Por lo demás, su instalación no podría ser más simple.
Incluso un inútil como yo puede instalarlos fácilmente sin grandes problemas, colocando un marco y con un poco de cola. Comprobado.
Imaginadlo… La habitación del fondo parecerá mucho más amplia y acogedora con un par de metros cuadrados de bloque de vidrio ondulado satinado, incluso tal vez ponga algunos en color. Y podemos separar espacios de forma desenfadada en ese salón tan grande con una pared escalonada de ladrillos de vidrio que contengan cintas de colores, piedrecitas de río, hierba… Buscad un par de catálogos y os sorprenderéis.